En los ojos de la madrugada
He contado contigo cien hadas
Algunas de distinto color
Pero todas me han dado la vida
Un aliento, un suspiro suicida
Para por la mañana jugar con el sol
En los ojos de la madrugada
He sentido como se escapaba
Otra vez mi infeliz ilusión
Y a la vuelta de mil noches perdidas
Regresar a la única vida
En la que no necesitaba tu corazón
En los ojos de la madrugada
He soñado que me despertaba
Y en la cama te tenía junto a mí
Pero luego la envenenada luz del día
Como relámpagos que hielan la vida
Me devolvía a un infierno sin fin
En los ojos de la madrugada
He mirado y no he visto nada
Ni siquiera un pequeño matiz
Donde después de tantas locuras
Pueda presumir al menos de alguna
Que me haga si quiera sentir
Y es que han sido tantas madrugadas
Que al recordarlas ahora de mañana
Saben todas a nada sin ti
Porque siempre el mundo en la frontera
Se hace distinto cuando quien me espera
Son tus labios muriéndose por mí.
Qué bueno todo el poema pero, sobretodo, los versos finales, escritos desde la inevitable frontera de la madrugada. La madrugada es habitualmente inhóspita y llega de la mano del recuerdo. Un abrazo, David.
ResponderEliminarFelicidades,David!Escribes con mucho sentimiento.Eres un gran poeta.
ResponderEliminarUn abrazo querido amigo.
Precioso poema David, amaneceres sin miradas
ResponderEliminarUn abrazo
Muchísimas Gracias, querida Ana.
ResponderEliminarUn beso!!!