jueves, 7 de julio de 2011

Para Cristina

Érase una niña triste y preciosa
Érase una niña encantadora
Érase tal vez las más hermosa
Érase quizás la cuarta esquina de la cama

El azul del cielo la convirtió
En complejos momentos de histeria
Sin que nadie comprendiese
Ni dónde, ni cómo, ni la causa

Érase una niña encantadora
Con el alma escrita en las estrellas
Érase una vez una bruja embrujada
Que despacio fue transformándose en hada

Érase un ataúd, una sospecha
Un duelo a muerte, una desdicha
Éranse unos ojos cerrados
Simplemente convertidos en mentira

Y con todo aquello aún recuerdo
Que érase una vez Cristina.

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